RESUMEN:
La interacción social entre mujeres y varones
configura esta dimensión relacional de género a partir de la cual se originan
las identidades de género, que se perciben como femeninas o masculinas,
generándose atribuciones y expectativas sociales y culturales de desempeño de
papeles o roles de género.
Lamas
(2000) dice que tiene un doble juego,
por un lado interpretamos el mundo y por otro constreñimos nuestra vida, en una
simbolización cultural de la realidad, que permea nuestra percepción de lo
social, lo político, lo religioso y lo cotidiano.
El
género se constituye en una realidad objetiva y subjetiva en la vida de los
sujetos. Esta realidad no requiere justificación para tener existencia en la
vida social pues se mantiene por estructuras sociales y culturales así como por
ideologías inscritas en los cuerpos y en las mentes de las personas. Esta
realidad inobjetable, es elaborada y reelaborada continuamente en base a
experiencias y significados que provienen del lenguaje, la cultura, y las
relaciones sociales de las que forman parte. Decir que el género es un proceso
social significa que no es algo dado ni acabado sino que necesita de tiempo
para su conformación a lo largo del ciclo de vida de los sujetos, en la que los
resultados pueden ser diferentes y diferir de los modelos hegemónicos o
dominantes.
A partir de diferencias biológicas de los sexos
se han construido diferencias culturales para cada uno, nos relaciona con este
sistema sexo género, y la estructura de poder de nuestras sociedades, en la que
la supremacía del varón se logra a través de la internalización de ciertos
roles y significados, y de la negación y represión de las mujeres, hombres gay,
minorías raciales Todo esto nos remite al ejercicio de poder de los varones
sobre las mujeres y de algunos hombres sobre otros hombres.
Existe
la pluralidad y jerarquías entre versiones de ser hombre. La pluralidad en las
masculinidades que nos muestra que hay
muchas formas de ser hombre, lo cual varía entre culturas y sociedades, pero
también dentro de un mismo grupo humano. Estas variaciones se dan en función de
variables como la raza/etnicidad, clase social, orientación sexual, estatus
migratorio, edad, entre otras. Al mismo tiempo, en todo grupo humano siempre
hay versiones de masculinidad más valoradas que otras. Estas versiones están
jerarquizadas en torno a expectativas sociales que configuran versiones
“exitosas” y “fallidas” de masculinidad. Diversas instituciones como la
religión, la familia o la escuela, y actores como padres y madres, profesores o
amigas, incentivan ciertas representaciones de masculinidad mientras que inhiben
o prohíben otras versiones consideradas
menos masculinas.
El camino a hacerse hombre
Las
representaciones sociales de la identidad de género y de la identidad sexual
empiezan a ser internalizadas con las vivencias más tempranas de la niñez, en
un proceso continuo a lo largo de toda la vida de los sujetos, por lo que los
contenidos que se interioricen de los agentes de socialización estarán en
constante conformación y recreación a lo
largo de todo el ciclo vital. Discursos sobre ser hombre impartidos por
miembros de la familia se superponen y muchas veces entran en conflicto con los
impartidos en espacios como la escuela o el grupo de pares.
Mediante
la actuación, los sujetos actualizan los modelos culturales de ser varón o
mujer, y dan realidad a las identidades de género. Otro aspecto importante en
la constitución de la identidad masculina es la socialización en patrones de
intimidad. El comando social esta instaurado en diferentes contextos culturales
para que los varones no expresen emociones consideradas femeninas como el miedo
o la duda, ni ciertas formas de intimidad con otros varones que podrían poner
en duda su heterosexualidad.
Los
varones aprenden que la amistad con mujeres es imposible debido al supuesto
irrefrenable impulso sexual masculino. Igualmente, las relaciones
interpersonales de los varones que se restringen a encuentros sociales donde
poco se habla o comparte de experiencias vividas, y los lazos entre varones son
de escasa intimidad.
De
este modo, no hay intercambios de
experiencias interpersonales entre el hombre y la mujer sino del logro de
imperativos como la demostración de fuerza física o la intensa actividad
sexual. Este modelo de masculinidad que ocupa la posición privilegiada en un
modelo dado de relaciones de género es un proceso que implica cuatro
dimensiones:
HEGEMONIA: Es un momento histórico dado, una forma de
masculinidad se acepta como el comportamiento socialmente valorado por sobre
las otras.
SUBORDINACION: Es la que las
masculinidades heterosexuales oprimen y convierten en ilegítimas y repudiadas
las masculinidades homosexuales.
COMPLICIDAD: Al no poder cumplir todos
los varones con los imperativos del modelo hegemónico, se establecen “alianzas”
entre ellos para sostener la subordinación de la mujer.
MARGINACIÓN:
En la que se cruzan otros aspectos como clase social o raza para producir la
exclusión de grupos como minorías raciales o migrantes indocumentados.
LA CASA Y LA CALLE EN LOS
PROCESOS DE HACERSE HOMBRE
En
el ámbito doméstico donde el varón desempeña roles y relaciones diferenciadas
nos permite acceder no sólo al proceso de configuración de muchas de las
representaciones de la masculinidad, sino que también nos posibilita analizar
la forma en que se afirman o cuestionan las bases de la identidad masculina,
especialmente en lo referido a la
sexualidad. El espacio doméstico provee los primeros mensajes de masculinidad y
sexualidad y es ahí donde se sientan las bases para la constitución de las
identidades de los sujetos.
El
universo doméstico o de la casa nos
remite a un mundo de jerarquías naturalmente
instauradas en base a reglas de parentesco, sexo y edad. En la casa hay
un mayor control de las relaciones sociales, mayor intimidad y menor distancia
social. La casa es el espacio de la familia, donde los integrantes se perciben
como “mi gente”, los “míos”, otorgando una identidad al grupo familiar.
En
este espacio de socialización familiar el niño empieza su proceso de “hacerse
hombre”. En este escenario aprenderá que tendrá que resolver la primera
contradicción de ser hombre: que ser
hombre es algo “natural”, pero que al mismo tiempo tiene que obtenerse en torno
a pruebas e ideales de actuación. De hecho, en todos los hogares se transmiten
una serie de mensajes y pautas de cómo se espera sea un hombre.
La
importancia mayor del colegio en la constitución de representaciones sobre
sexualidad y masculinidad son, por retomar el segundo grupo y escenario, sin
duda, las y los compañeros de clase. En este sentido, el colegio para algunos
entrevistados es una prolongación de los espacios de amistad que tienen con
pares del barrio, y para otros, aquellos que no tenían un grupo de pares en el
barrio, se convierte en el primer espacio de interacción y creación de un grupo
de amigos, con los que en última instancia se comparte el proceso de construir
su masculinidad y sexualidad, lejos de los socializadores mayores.
El grupo de pares y los
rituales de la masculinidad
Por
lo general el grupo de pares está conformado por un grupo de amigos del mismo
rango etáreo y posibilita el inicio de relaciones más democráticas que las relaciones entre padres e hijos. Estas
relaciones están basadas en amistad y empatía más igualitarias, con
interacciones entre los sujetos en los que se pueden sopesar y cuestionar las
reglas de conducta “naturalizadas” en el espacio familiar. La importancia del grupo de pares en las sociedades
occidentales modernas en la formación y comportamiento de los niños y
adolescentes varones al separarlos del ámbito familiar, radica en introducirlos
de lleno en los ámbitos masculinos por excelencia, la calle y el espacio
público.
Es,
además, en el grupo de pares donde se consolidan los límites y fronteras de la
identidad masculina, a través de la actualización de gestos rituales de
masculinidad y sexualidad, que funcionan como modelos ritualizados, ambiguos,
arbitrarios, repetitivos y socialmente provocados, y que buscan configurar este
orden social a través del pasaje obligatorio de adolescentes y jóvenes por
ciertas pruebas que aseguren su pertenencia al grupo.
Por ejemplo: el consumo de alcohol y la primera experiencia de
“borrachera” es un ritual muy común para adolescentes en su viaje a convertirse
en varones. Los varones participan en una cultura de beber alcohol que premia a
los que saben tomar “como hombres” y censura a los que fallan. Por otro lado,
en cuanto a la fortaleza física, lo más importante es sobresalir en deportes
considerados masculinos como el fútbol donde la expectativa no es ser un
experto en deportes, sino participar activamente en ellos sin dar muestras de
temor por la rudeza del juego.
DISCURSOS EMERGENTES SOBRE
MASCULINIDAD
Los
medios de comunicación, principalmente la televisión e Internet facilitan la
transformación de relaciones sociales, discursos y prácticas. Niños,
adolescentes y jóvenes de sociedades urbanas invierten un tiempo considerable
consumiendo estos medios, los cuales ofrecen un espacio privilegiado para
analizar la conformación de sus identidades modernas. Los medios de
comunicación producen y reproducen modelos de masculinidad que, en algunos
casos, puede reforzar los discursos hegemónicos
y, en otros, cuestionar estos ideales de actuación ofreciendo modelos y
mensajes alternativos de masculinidad. De hecho, algunos aspectos de la estética
masculina se reconfiguran ante una creciente presión social y de consumo de
medios por “verse bien”, y lo que antes
se consideraba poco masculino en el arreglo personal es hoy una constante que
no cuestiona las identidades de los hombres. La autoimagen masculina para el
cortejo y la conquista de parejas sexuales sufre un desplazamiento de imágenes
de varones exentos de exigencias de cuidado estético, hacia varones preocupados
por una imagen más cercana a la “metrosexualidad”.
GLOSARIO:
COMANDO SOCIAL: Grupo
de personas que pertenecen a una organización de lucha contra el sistema
establecido y realiza atentados.
IMPERATIVOS:
Que supone una exigencia, orden o mandato.
IRREFRENABLE:
Que no puede ser refrenado, contenido o reprimido.
MASCULINIDAD: es la construcción cultural de género que designa el
rol de los varones en la sociedad.
ETÁREO:
Es una agrupación basada en la edad.
Son
clasificaciones arbitrarias donde se define el rango de edad según las
necesidades de la información que se muestra.
METROSEXUALIDAD:
Mes un adjetivo que hace referencia al hombre
que se preocupa por su imagen y que tiene ciertos gustos y costumbres
generalmente asociados a la mujer (por ejemplo, la utilización de cosméticos,
el gasto excesivo en ropa o el apego por las cirugías estéticas).